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Las guías, normas, post y demás temas del foro corresponden a sus autores, por favor, se pide que se respeten estos. Agradecemos a todos por su colaboración y hacer posible este foro.
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[Entrenamiento] Amores que matan
Fairy Tail Rol :: Otros lugares :: Ciudades del mapa :: Oak
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[Entrenamiento] Amores que matan
Luka agradeció haber llegado a Oak justo a tiempo antes de que la tormenta que se le venía encima cayera sobre él con toda su ira. No fue tan afortunado en su empresa de buscar refugio, y tras las primeras gotas el calor y la lluvia se unieron para formar el torrencial que acabó empapando su cabello y hombros en los primeros minutos. Con su bolsa y su katana enfundada el muchacho necesitó correr por las calles empedradas cuesta arriba un buen tramo hasta encontrar una casa con un porche y poder detenerse allí, jadeando y con el cabello echando gotas de agua.
Sin culpas dejó la bolsa a un costado con un ruido seco y apoyó la espada en el soporte de madera que mantenía el techo en su lugar sólo para soltar un suspiro, estirarse cuan largo era y escurrir su largo cabello con ambas manos. Con las ropas tendría que aguantarse, si bien estaba templado el viento de la lluvia no le haría bien si acababa con el pecho al descubierto. Tendría que esperar a que se detuviera para buscar un hotel o un buen espacio para poder descansar a resguardo.
Si iba a ciudades el joven intentaba alquilar una habitación en alguna posada de cuarta, no era la gran cosa, pero al menor tenía una cama. A veces no tenía ese tipo de lujos y veces agradecía más las aventuras que le daba el dormir en la calle a la intemperie, las cuales usualmente acababan con un montón de guardias persiguiéndolo por vagabundo.
La lluvia, sin embargo, era algo que odiaba. Luka detestaba el agua y, aunque su pánico iba hacia las aguas profundas, tampoco le agradaba estar demasiado tiempo empapado o bajo aquel elemento, no después de lo que había pasado.
Su mente, como jugándole una mala pasada, volvió atrás mientras miraba las personas correr entre carcajadas, buscando refugio tal como él lo había hecho. Si su poder sobre el tiempo le permitiera sellar aquellos recuerdos, entonces lo habría hecho hacía mucho tiempo atrás, pero no podía y sabía que en esos casos era mejor dejarlos fluir, allí cuando estaba solo.
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Sin culpas dejó la bolsa a un costado con un ruido seco y apoyó la espada en el soporte de madera que mantenía el techo en su lugar sólo para soltar un suspiro, estirarse cuan largo era y escurrir su largo cabello con ambas manos. Con las ropas tendría que aguantarse, si bien estaba templado el viento de la lluvia no le haría bien si acababa con el pecho al descubierto. Tendría que esperar a que se detuviera para buscar un hotel o un buen espacio para poder descansar a resguardo.
Si iba a ciudades el joven intentaba alquilar una habitación en alguna posada de cuarta, no era la gran cosa, pero al menor tenía una cama. A veces no tenía ese tipo de lujos y veces agradecía más las aventuras que le daba el dormir en la calle a la intemperie, las cuales usualmente acababan con un montón de guardias persiguiéndolo por vagabundo.
La lluvia, sin embargo, era algo que odiaba. Luka detestaba el agua y, aunque su pánico iba hacia las aguas profundas, tampoco le agradaba estar demasiado tiempo empapado o bajo aquel elemento, no después de lo que había pasado.
Su mente, como jugándole una mala pasada, volvió atrás mientras miraba las personas correr entre carcajadas, buscando refugio tal como él lo había hecho. Si su poder sobre el tiempo le permitiera sellar aquellos recuerdos, entonces lo habría hecho hacía mucho tiempo atrás, pero no podía y sabía que en esos casos era mejor dejarlos fluir, allí cuando estaba solo.
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Luka Celes- Rango E
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Re: [Entrenamiento] Amores que matan
Aquella muchacha era, por poco, hermosa. Ya se lo habían dicho, así como le habían avisado que cada año que pasaba se hacía más bella y más adulta. Verla con aquel peinado y ese vestido tan formal, acampanado con encajes, con el maquillaje justo sin excederse ni faltar y esa sonrisa tan jovial hizo que al chico le diera un vuelco el corazón. En aquel momento tenía dieciocho años y era la primera vez que le presentaban a su prometida.
Haber nacido y vivido en una casa noble de caballeros nunca había sido algo sencillo para la clase media no sólo por el tema del dinero sino también las costumbres. Los padres de Lukardia habían arreglado su matrimonio cuando solamente tenía diez años y aquella había sido finalmente el momento en el cual ambos podrían conocerse. Si todo se daba bien en algunos meses se casarían por el consenso de ambas casas y la pequeña se alojaría en la mansión de los Von Kless.
Lukardia no mentiría al decir que había estado muy nervioso en esos años, la muchacha vivía en Crocus, pero no habían tenido permiso de verse. Ella le había enviado algunas cartas de ánimo pero él, muy ocupado con su entrenamiento como caballero y las clases, había contestado muy pocas. A veces cuando esta clase de acuerdos eran realizados uno se encontraba conque su pareja no era lo que había estado esperando: no era lo suficientemente amable, o bella, o considerada, a veces siquiera tenían una edad similar. Aquella joven, por ejemplo, tenía dos años más que él.
Pero había sido afortunado y la mujer era hermosa, su nombre era Gwenivere, hija de Ignasius, un político muy reconocido amigo de su padre y los intereses de su familia. Para ser la persona con la que habría de pasar toda su vida no estaba del todo mal, al menos se compadecía pensando de esa manera.
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Haber nacido y vivido en una casa noble de caballeros nunca había sido algo sencillo para la clase media no sólo por el tema del dinero sino también las costumbres. Los padres de Lukardia habían arreglado su matrimonio cuando solamente tenía diez años y aquella había sido finalmente el momento en el cual ambos podrían conocerse. Si todo se daba bien en algunos meses se casarían por el consenso de ambas casas y la pequeña se alojaría en la mansión de los Von Kless.
Lukardia no mentiría al decir que había estado muy nervioso en esos años, la muchacha vivía en Crocus, pero no habían tenido permiso de verse. Ella le había enviado algunas cartas de ánimo pero él, muy ocupado con su entrenamiento como caballero y las clases, había contestado muy pocas. A veces cuando esta clase de acuerdos eran realizados uno se encontraba conque su pareja no era lo que había estado esperando: no era lo suficientemente amable, o bella, o considerada, a veces siquiera tenían una edad similar. Aquella joven, por ejemplo, tenía dos años más que él.
Pero había sido afortunado y la mujer era hermosa, su nombre era Gwenivere, hija de Ignasius, un político muy reconocido amigo de su padre y los intereses de su familia. Para ser la persona con la que habría de pasar toda su vida no estaba del todo mal, al menos se compadecía pensando de esa manera.
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Luka Celes- Rango E
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Re: [Entrenamiento] Amores que matan
—Hijo, ¿Dónde están tus modales?
Su padre le dio un empujoncito y entonces se dio cuenta de que se había quedado mirándola como un idiota. Los colores se le subieron al rostro, carraspeó y acomodó la espada familiar que llevaba al cinto, una katana que era más bien ceremonial y había pertenecido al primer Von Kless capaz de usar la magia del tiempo.
Lukardia dio un paso al frente y se detuvo a pocos pasos de la muchacha, haciendo una enorme reverencia protocolar y respetuosa. Sus ropas formales eran negras y su largo cabello estaba recogido en una coleta alta.
—Bienvenida a nuestro hogar, joven Gwenivere, y también a vuestros padres —añadió sonriendo con los nervios a flor de piel refiriéndose a sus progenitores, dos personas de ya una edad avanzada. Por lo que le habían dicho, ella era la menor de tres hijas.
La muchacha le tendió una mano enguantada y él la tomó con delicadeza y besó el dorso antes de guiarla al interior del salón, teniendo sumo cuidado con sus pasos. Aún no la conocía, la estaba analizando y ella no había dicho una sola palabra, pero él no quería deteriorar las relaciones que sus padres habían mantenido con tanto esfuerzo ni hacer que su hogar perdiera el honor que había mantenido por generaciones. Estar en su posición era algo verdaderamente duro.
Sus progenitores, igualmente bien ataviados, se acercaron poco después y saludaron con más familiaridad a los visitantes, tanto Lukardia como la muchacha se mantuvieron callados a un costado sin atreverse a interrumpir, sin siquiera mirarse. Tal vez ella estuviera tan nerviosa como él, tal vez para ella fuera igualmente difícil que lo era para él. No podía leer su mente, ni sus gestos, ni sus reacciones tranquilas. Si tuvieran que decirle algo al respecto, él hubiera dicho que ella tenía control total sobre la situación.
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Su padre le dio un empujoncito y entonces se dio cuenta de que se había quedado mirándola como un idiota. Los colores se le subieron al rostro, carraspeó y acomodó la espada familiar que llevaba al cinto, una katana que era más bien ceremonial y había pertenecido al primer Von Kless capaz de usar la magia del tiempo.
Lukardia dio un paso al frente y se detuvo a pocos pasos de la muchacha, haciendo una enorme reverencia protocolar y respetuosa. Sus ropas formales eran negras y su largo cabello estaba recogido en una coleta alta.
—Bienvenida a nuestro hogar, joven Gwenivere, y también a vuestros padres —añadió sonriendo con los nervios a flor de piel refiriéndose a sus progenitores, dos personas de ya una edad avanzada. Por lo que le habían dicho, ella era la menor de tres hijas.
La muchacha le tendió una mano enguantada y él la tomó con delicadeza y besó el dorso antes de guiarla al interior del salón, teniendo sumo cuidado con sus pasos. Aún no la conocía, la estaba analizando y ella no había dicho una sola palabra, pero él no quería deteriorar las relaciones que sus padres habían mantenido con tanto esfuerzo ni hacer que su hogar perdiera el honor que había mantenido por generaciones. Estar en su posición era algo verdaderamente duro.
Sus progenitores, igualmente bien ataviados, se acercaron poco después y saludaron con más familiaridad a los visitantes, tanto Lukardia como la muchacha se mantuvieron callados a un costado sin atreverse a interrumpir, sin siquiera mirarse. Tal vez ella estuviera tan nerviosa como él, tal vez para ella fuera igualmente difícil que lo era para él. No podía leer su mente, ni sus gestos, ni sus reacciones tranquilas. Si tuvieran que decirle algo al respecto, él hubiera dicho que ella tenía control total sobre la situación.
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Luka Celes- Rango E
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Re: [Entrenamiento] Amores que matan
La tarde fue, para el muchacho, un tanto monótona y hasta aburrida. Si bien ellos dos deberían haber sido el centro de la reunión sus padres se pasaron hablando toda la hora del té sobre el Rey, la guardia, la economía y los gremios de magos de Fiore, discutieron sobre la influencia de Alvares y compartieron anécdotas y logros. De vez en cuanto le hacían una pregunta a él mismo o a su compañera pero ambos respondían de manera formal y escueta, sin decir más palabras de las que tenían que decir ni ostentar más de lo que meritaban.
La tarde dio paso al anochecer, y de la gran sala de estar, donde se encontraba el piano, la lumbre y las diferentes vitrinas decoradas con objetos de caballería, se dirigieron al comedor. Cualquiera diría que la gran mesa era muy grande para una familia de tres personas, pero estaba preparada para esa clase de eventos. Los criados sirvieron una comida digna de los reyes y la conversación se extendió por la entrada y parte del plato principal. Para cuando tocaba el postre la conversación había vuelto a virar, esta vez en los dos hijos. Los padres del muchacho preguntaron por el estado de Gwenivere y sus hermanas. Se enteró, gracias al cuestionario, que ella estudiaba danza, costura, música y poesía, cualidades que cualquier mujer de la clase alta debería tener según su familia, y que también era sumamente adepta en la economía y las matemáticas, cosa que el padre resaltó con orgullo. Finalmente fue su turno, Lukardia habló sobre sus clases de caballería y de la manera que estaba entrenando con los guardias del castillo. Era cierto que su padre tenía algunas influencioas, pero Lukardia estaba orgulloso de ser tozudo y ganar lo que estaba consiguiendo por mèrito propio. Su sueño, después de todo, era proteger a las personas tal como su padre y los hombres antes que él, habían hecho.
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La tarde dio paso al anochecer, y de la gran sala de estar, donde se encontraba el piano, la lumbre y las diferentes vitrinas decoradas con objetos de caballería, se dirigieron al comedor. Cualquiera diría que la gran mesa era muy grande para una familia de tres personas, pero estaba preparada para esa clase de eventos. Los criados sirvieron una comida digna de los reyes y la conversación se extendió por la entrada y parte del plato principal. Para cuando tocaba el postre la conversación había vuelto a virar, esta vez en los dos hijos. Los padres del muchacho preguntaron por el estado de Gwenivere y sus hermanas. Se enteró, gracias al cuestionario, que ella estudiaba danza, costura, música y poesía, cualidades que cualquier mujer de la clase alta debería tener según su familia, y que también era sumamente adepta en la economía y las matemáticas, cosa que el padre resaltó con orgullo. Finalmente fue su turno, Lukardia habló sobre sus clases de caballería y de la manera que estaba entrenando con los guardias del castillo. Era cierto que su padre tenía algunas influencioas, pero Lukardia estaba orgulloso de ser tozudo y ganar lo que estaba consiguiendo por mèrito propio. Su sueño, después de todo, era proteger a las personas tal como su padre y los hombres antes que él, habían hecho.
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Luka Celes- Rango E
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Re: [Entrenamiento] Amores que matan
La conversación se tornó entonces un poco más sombría, cuando el padre de la muchacha resaltó sus habilidades con la magia temporal. Lukardia se quedó callado y sorprendido ante esto pues no era algo de lo que se hablara mucho. Si, era cierto que no era un secreto, sus padres estaban orgullosos de sus habilidades y los sirvientes igualmente felices. Se decía que era un elegido de la familia para regresar el honor y que gracias a él la familia sería próspera y traería buena descendencia y más riquezas en el futuro. Lukardia no creía que todo aquello fuera cierto, los sirvientes solían exagerar un poco las cosas pero sí se sabía que sus habilidades eran extrañas, una bendición para algunos, una maldición para muchos. Al no tener un maestro que pudiera enseñarle no había más que aprender a manejar sus poderes tras prueba y error y, aunque eso le estaba saliendo bastante bien hasta el momento, intentaba no abusar para no ponerse a sí mismo y a los demás en peligro, así también como la línea del tiempo en el que vivía. Una magia como aquella no era poca cosa.
Gracias a esta, también, había recibido muchas propuestas de matrimonio, la de Gwenivere incluida, y de negociados. Por otro lado, también habían llegado muchas amenazas de muerte y hasta habían intentado asesinarlo un par de veces. Sus padres lo habían sobreprotegido mucho por ello y en el último tiempo incluso su madre era reacia en que fuera a las barracas para estudiar caballería.
Era un tema delicado que mantenía tensos a muchos pero incluso así se esforzó por responder todas las preguntas de la manera más decente y formal que encontró. Se sintió incómodo en todo momento pero eso también era parte de aquel evento. Tenía que esforzarse en pensar que, en algún momento, aquella mujer sentada a su lado acabaría amándolo, y no siendo un instrumento para que “buena fortuna” y su poder pudiera ser usado por su familia. Sería un destino triste.
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Gracias a esta, también, había recibido muchas propuestas de matrimonio, la de Gwenivere incluida, y de negociados. Por otro lado, también habían llegado muchas amenazas de muerte y hasta habían intentado asesinarlo un par de veces. Sus padres lo habían sobreprotegido mucho por ello y en el último tiempo incluso su madre era reacia en que fuera a las barracas para estudiar caballería.
Era un tema delicado que mantenía tensos a muchos pero incluso así se esforzó por responder todas las preguntas de la manera más decente y formal que encontró. Se sintió incómodo en todo momento pero eso también era parte de aquel evento. Tenía que esforzarse en pensar que, en algún momento, aquella mujer sentada a su lado acabaría amándolo, y no siendo un instrumento para que “buena fortuna” y su poder pudiera ser usado por su familia. Sería un destino triste.
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Luka Celes- Rango E
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Re: [Entrenamiento] Amores que matan
La cena acabó con el postre, y antes de que sirvieran el café el padre de la muchacha dio la idea de que ambos pasearan por los jardines un momento para conocerse, finalmente jactándose de lo poco que habían hablado entre ellos, por no decir que la mayor atención se lo habían llevado los adultos. La esposa lo secundó diciendo que era una excelente idea y, como en aquella casa se solía cenar temprano, los jardines podían aun tener las lámparas encendidas. La noche era buena y lo disfrutarían.
Sin poder de decisión ambos se levantaron y se retiraron de la mesa con un saludo formal. Siendo quien vivía en aquella casa Lukardia se llevó a la muchacha por una serie de pasillo hasta los ventanales que daban a sus jardines. La invitó al exterior y, tal como sus padres habían predicho, las sirvientas aún no habían apagado las luces.
El joven la guió por un largo camino que rodeaba la mansión. Los parques eran grandes y tenían una pequeña fuente, una zona de arboleda y otra de simple suelo fértil, algo bastante extraño viniendo de una ciudad tan desprovista de verde como lo era Crocus.
A mitad de camino el silencio continuaba y las cosas no parecían estar yendo muy bien, el que lo salvó de aquella incomodidad no fue nada menos que su perro, Repede, que vino corriendo y ladrando al saber de su presencia.
La muchacha se pegó el susto de su vida y a Lukardia aquello le sacó algunas risas graciosas. Ella se sintió avergonzada y se alejó del cachorro que olfateaba el ruedo de su vestido.
—Aún es pequeño, pero es descendencia de nuestro perro de guardia, Leonard, de grande seguro será tan imponente como él. —aseguró a la vez que las tensiones desaparecían y sonreía mientras tomaba al cachorro en brazos. El pequeño le movió la cola y le lamió la cara, animándolo. Repede era, al final del día, su único compañero de juegos en aquella gran mansión.
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Sin poder de decisión ambos se levantaron y se retiraron de la mesa con un saludo formal. Siendo quien vivía en aquella casa Lukardia se llevó a la muchacha por una serie de pasillo hasta los ventanales que daban a sus jardines. La invitó al exterior y, tal como sus padres habían predicho, las sirvientas aún no habían apagado las luces.
El joven la guió por un largo camino que rodeaba la mansión. Los parques eran grandes y tenían una pequeña fuente, una zona de arboleda y otra de simple suelo fértil, algo bastante extraño viniendo de una ciudad tan desprovista de verde como lo era Crocus.
A mitad de camino el silencio continuaba y las cosas no parecían estar yendo muy bien, el que lo salvó de aquella incomodidad no fue nada menos que su perro, Repede, que vino corriendo y ladrando al saber de su presencia.
La muchacha se pegó el susto de su vida y a Lukardia aquello le sacó algunas risas graciosas. Ella se sintió avergonzada y se alejó del cachorro que olfateaba el ruedo de su vestido.
—Aún es pequeño, pero es descendencia de nuestro perro de guardia, Leonard, de grande seguro será tan imponente como él. —aseguró a la vez que las tensiones desaparecían y sonreía mientras tomaba al cachorro en brazos. El pequeño le movió la cola y le lamió la cara, animándolo. Repede era, al final del día, su único compañero de juegos en aquella gran mansión.
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Luka Celes- Rango E
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Re: [Entrenamiento] Amores que matan
—¿Quieres acariciarlo? Aún es un poco juguetón, pero no muerde con malas intenciones —El joven se lo ofreció pero ella retrocedió otro paso.
—No me gustan los perros —le dijo con una sonrisa tímida a modo de disculpa.
Aquello le sacó un “oh” lleno de desilusión, no habían arrancado muy bien, a Luka le encantaban los caninos y Repede era su perro por lo que lo quería incluso más. Esperaba que una vez que se convirtiera en caballero pudiera entrenarlo para que lo acompañara, tal como su padre había hecho con Leonard. Se preguntaba si el hecho de que pronto contrajeran matrimonio acabaría haciendo que tuviera que regalar a Repede y su familia, no quería que eso pasara.
Lo dejó en el suelo, desanimado, pero el cachorro no se fiue, sino que fue a por una rama cercana y se la trajo. “Tal vez” pensó el muchacho con un poco de esperanza “pueda lograr con Repede que pierda su miedo a los perros”.
—Esto… Lukardia —Lo llamó entonces ella con timidez, haciendo que se volviera a verla—. Ya que tenemos esta oportunidad y que estamos solos me gustaría que nos conozcamos, que sepamos más el uno del otro. Mis padres hablaron demasiado, esta vez quiero conocerte por mi cuenta.
Aquellas palabras le parecieron por demás adorables e hicieron que los colores se le subieran al rostro. Asintió, él también quería conocerla, después de todo ninguno de los dos tenían mucha opción en el tema, estaban navegando el mismo barco.
El joven hizo una nueva reverencia con una sonrisa junto con un ademán de su brazo, indicándole asì que ella liderara el camino y avanzara. Gwenivere le agradeció con un asentimiento y continuó por el camino, seguido por el joven que caminó a su lado sin reservas.
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—No me gustan los perros —le dijo con una sonrisa tímida a modo de disculpa.
Aquello le sacó un “oh” lleno de desilusión, no habían arrancado muy bien, a Luka le encantaban los caninos y Repede era su perro por lo que lo quería incluso más. Esperaba que una vez que se convirtiera en caballero pudiera entrenarlo para que lo acompañara, tal como su padre había hecho con Leonard. Se preguntaba si el hecho de que pronto contrajeran matrimonio acabaría haciendo que tuviera que regalar a Repede y su familia, no quería que eso pasara.
Lo dejó en el suelo, desanimado, pero el cachorro no se fiue, sino que fue a por una rama cercana y se la trajo. “Tal vez” pensó el muchacho con un poco de esperanza “pueda lograr con Repede que pierda su miedo a los perros”.
—Esto… Lukardia —Lo llamó entonces ella con timidez, haciendo que se volviera a verla—. Ya que tenemos esta oportunidad y que estamos solos me gustaría que nos conozcamos, que sepamos más el uno del otro. Mis padres hablaron demasiado, esta vez quiero conocerte por mi cuenta.
Aquellas palabras le parecieron por demás adorables e hicieron que los colores se le subieran al rostro. Asintió, él también quería conocerla, después de todo ninguno de los dos tenían mucha opción en el tema, estaban navegando el mismo barco.
El joven hizo una nueva reverencia con una sonrisa junto con un ademán de su brazo, indicándole asì que ella liderara el camino y avanzara. Gwenivere le agradeció con un asentimiento y continuó por el camino, seguido por el joven que caminó a su lado sin reservas.
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Luka Celes- Rango E
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Re: [Entrenamiento] Amores que matan
Caminaron alrededor de la mansión, atreviéndose a hablar cada vez más y más. Dijeron trivialidades como el color favorito, la comida que más les gustaba, la flor que más hermosa les parecía, sus sitios favoritos, esas cosas. Las conversaciones pasaron a la familia y a las actividades de cada uno, todo parecía ir de maravillas hasta que la mujer se detuvo frente a la puerta de entrada de la mansión, la cual estaba cercada por grandes rejas de acero.
—¿Sucede algo?
Ella se mantuvo en silencio por unos momentos y entonces se volteó a él con una chispa en los ojos que no había percibido antes.
—Oye… ¿quieres que salgamos?
—¿Hablas de abandonar la propiedad de mi familia? —Lukardia estaba inseguro. Era tarde y eso iba en contra de las reglas, sabía que sus progenitores no aprobarían una cosa como aquella.
—Tengo un lugar especial que quiero mostrarte, no queda lejos. ¿No eras un caballero? Estoy segura de que con esa espada tuya puedes protegerme.
Lukardia tragó saliva, aquella era la muestra de confianza más grande que le habían dado en mucho tiempo. Ella ampló su sonrisa y, bajo la luz de la luna, supo que no podía decirle que no. Crocus era un sitio muy seguro, aquel barrio era de nobles, cualquiera que los viera los dejaría estar y, por las casualidades de la vida, el muchacho estaba armado. Si eso hacía que se ganara más respeto por parte de la muchacha y conseguía su corazón, entonces le parecía adecuado.
Ignorando ese sentimiento de culpa por estar haciendo algo por lo que recibiría un buen regaño luego el joven llegó con la muchacha hasta la entrada y abrió las rejas para cruzar al otro lado, ordenó a Repede a cuidar la casa en su ausencia y se alejó con la mujer volteando sólo para ver al cachorro que llorisqueaba su partida. Volvería pronto y jugaría con él, era una promesa silenciosa.
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—¿Sucede algo?
Ella se mantuvo en silencio por unos momentos y entonces se volteó a él con una chispa en los ojos que no había percibido antes.
—Oye… ¿quieres que salgamos?
—¿Hablas de abandonar la propiedad de mi familia? —Lukardia estaba inseguro. Era tarde y eso iba en contra de las reglas, sabía que sus progenitores no aprobarían una cosa como aquella.
—Tengo un lugar especial que quiero mostrarte, no queda lejos. ¿No eras un caballero? Estoy segura de que con esa espada tuya puedes protegerme.
Lukardia tragó saliva, aquella era la muestra de confianza más grande que le habían dado en mucho tiempo. Ella ampló su sonrisa y, bajo la luz de la luna, supo que no podía decirle que no. Crocus era un sitio muy seguro, aquel barrio era de nobles, cualquiera que los viera los dejaría estar y, por las casualidades de la vida, el muchacho estaba armado. Si eso hacía que se ganara más respeto por parte de la muchacha y conseguía su corazón, entonces le parecía adecuado.
Ignorando ese sentimiento de culpa por estar haciendo algo por lo que recibiría un buen regaño luego el joven llegó con la muchacha hasta la entrada y abrió las rejas para cruzar al otro lado, ordenó a Repede a cuidar la casa en su ausencia y se alejó con la mujer volteando sólo para ver al cachorro que llorisqueaba su partida. Volvería pronto y jugaría con él, era una promesa silenciosa.
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Luka Celes- Rango E
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Re: [Entrenamiento] Amores que matan
Lo que más le extraño al muchacho fue el paso firme de la mujer con la que lo guió a través de las calles. Charlaron de muy pocas cosas pero, a diferencia de la conversación anterior, aquella sonó más seca, más falsa, y disparó las alarmas del muchacho, tal vez debido a su entrenamiento como caballero, o a la idea de que habían intentado asesinarlo más de una vez escocía como una esquirla clavada en su mente.
—¿Estás bien? —le preguntó tras un momento de silencio.
—Si, es que estoy un poco nerviosa —le dijo desviando la mirada con una sonrisa—, estoy caminando en medio de la noche junto a mi futuro marido. ¿No te ocurre lo mismo?
Lo cierto era que no, él estaba muy bien a su lado. Se sentía cómodo pero, por supuesto, no podía esperar que a ella le sucediera lo mismo que a él, las mujeres eran más delicadas en ese sentido. Asintió, aun un poco inseguro, y continuaron la marcha.
Las calles se hicieron cada vez menores y las casas cada vez más bajas hasta que la ciudad se detenía abruptamente debido a un risco. Había unos puentes que atravesaban la falla para llegar a los barrios del otro lado, pero allí sólo había un parque, algunos árboles, y un vallado para que las personas tuvieran cuidado con la caída, que acababa en un río por debajo.
Desde allí se podían apreciar las estrellas de una manera magnífica, el césped estaba bien cuidado y, debido al clima cálido, las luciérnagas brillaban por todo el lugar. El viento que traía el acantilado y el sonido del río que corría debajo era relajante.
—No sabía que un sitio así estuviera en Crocus, es muy hermoso —le dijo dándole puntos a la mujer.
—El río es visible solo en esta zona. Luego acaba en canales subterráneos hasta salir de la ciudad, hacia el bosque de la periferia. No atraviesa Crocus por lo que es un pequeño lujo de estos barrios.
El joven se quedó anonadado por el conocimiento de la muchacha, él había vivido allí dieciocho años de su vida y era la primera vez que veía algo como aquello.
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—¿Estás bien? —le preguntó tras un momento de silencio.
—Si, es que estoy un poco nerviosa —le dijo desviando la mirada con una sonrisa—, estoy caminando en medio de la noche junto a mi futuro marido. ¿No te ocurre lo mismo?
Lo cierto era que no, él estaba muy bien a su lado. Se sentía cómodo pero, por supuesto, no podía esperar que a ella le sucediera lo mismo que a él, las mujeres eran más delicadas en ese sentido. Asintió, aun un poco inseguro, y continuaron la marcha.
Las calles se hicieron cada vez menores y las casas cada vez más bajas hasta que la ciudad se detenía abruptamente debido a un risco. Había unos puentes que atravesaban la falla para llegar a los barrios del otro lado, pero allí sólo había un parque, algunos árboles, y un vallado para que las personas tuvieran cuidado con la caída, que acababa en un río por debajo.
Desde allí se podían apreciar las estrellas de una manera magnífica, el césped estaba bien cuidado y, debido al clima cálido, las luciérnagas brillaban por todo el lugar. El viento que traía el acantilado y el sonido del río que corría debajo era relajante.
—No sabía que un sitio así estuviera en Crocus, es muy hermoso —le dijo dándole puntos a la mujer.
—El río es visible solo en esta zona. Luego acaba en canales subterráneos hasta salir de la ciudad, hacia el bosque de la periferia. No atraviesa Crocus por lo que es un pequeño lujo de estos barrios.
El joven se quedó anonadado por el conocimiento de la muchacha, él había vivido allí dieciocho años de su vida y era la primera vez que veía algo como aquello.
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Luka Celes- Rango E
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Re: [Entrenamiento] Amores que matan
Se separó de la muchacha y caminó hasta el barandal, observando el río que tenía debajo. Corría con fuerza, como si la parte naciente del mismo hubiera tenido lluvias o deshielos que hubieran aumentado su caudal. Si lo hubiera descubierto antes aquel podría haber sido un sitio perfecto para escaparse de esas clases que no quería tomar, o de las visitas fastidiosas, o simplemente para tomar un descanso, después de todo no quedaba tan lejos de su hogar y, si bien estaba oculto, no era inaccesible. Apostaba a que por el día tal vez estaba más bullicioso pero por las noches era un sitio fantástico. Era un milagro que Gwenivere hubiera descubierto ese lugar viviendo al otro lado de la ciudad.
Aquello hizo que dudara de nuevo.
—¿Lady Gwenivere? —La llamó sin voltearse, con un solor en el corazón —¿Cómo conoció este lugar?
Ella pareció sentirse sorprendida en un primer momento, pero sintió una pequeña risa.
—Antes vivía cerca de aquí y venía a jugar a este sitio con mis amigas.
Lukardia abrió los ojos con fuerza, sintió su corazón partirse de dolor y necesitó llevarse una mano al peto que cubría su camisa a la altura del pecho.
—Mientes —le dijo de manera acusadora antes de voltearse despacio, con una mirada dolida—. Tu vives al otro lado de la ciudad, antes de eso tu familia habitaba al sur, incluso más lejos. Su casa de campo queda en un pueblo cercano a Oak, donde tienen un lago. Sólo has venido una vez en estos lares y fue cuando tenías ocho años, tus padres son muy sobreprotectores por lo que se quedaron en casa de mis padres todo el tiempo. Al parecer la idea de matrimonio vino en ese momento, pero ambos eramos demasiado pequeños.
Al parecer todos aquellos datos tomaron por sorpresa a la muchacha, quien movió sus labios intentando decir una palabra sin llegar a articular nada. Lukardia son rió con tristeza.
—Eres mi prometida, por supuesto que habría investigado todo lo que pudiera para recibirte a ti y a tu familia de la mejor manera posible.—No había motivos para que ella le hubiera mentido. No los había ¿verdad?
Para confirmar sus dudas la mujer soltó un suspiro, su mirada cambió por completo. La tímida y amable Gwenivere se transformó de un momento a otro en una mucho más frío y altanera.
—Bien, veo que hasta aquí llega mi actuación, menos mal. Ya me estaba cansando de tu inocencia. Al menos te traje hasta aquí, lo cual alcanza.
Lukardia tragó saliva y sintió unos deseos de venganza increíbles provenir de ella. No sabía lo que había dicho u hecho, pero el peligro hizo que de todas maneras se llevara la zurda a la espada y desenvainara. No pensaba atacarla ni mucho menos herirla.
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Aquello hizo que dudara de nuevo.
—¿Lady Gwenivere? —La llamó sin voltearse, con un solor en el corazón —¿Cómo conoció este lugar?
Ella pareció sentirse sorprendida en un primer momento, pero sintió una pequeña risa.
—Antes vivía cerca de aquí y venía a jugar a este sitio con mis amigas.
Lukardia abrió los ojos con fuerza, sintió su corazón partirse de dolor y necesitó llevarse una mano al peto que cubría su camisa a la altura del pecho.
—Mientes —le dijo de manera acusadora antes de voltearse despacio, con una mirada dolida—. Tu vives al otro lado de la ciudad, antes de eso tu familia habitaba al sur, incluso más lejos. Su casa de campo queda en un pueblo cercano a Oak, donde tienen un lago. Sólo has venido una vez en estos lares y fue cuando tenías ocho años, tus padres son muy sobreprotectores por lo que se quedaron en casa de mis padres todo el tiempo. Al parecer la idea de matrimonio vino en ese momento, pero ambos eramos demasiado pequeños.
Al parecer todos aquellos datos tomaron por sorpresa a la muchacha, quien movió sus labios intentando decir una palabra sin llegar a articular nada. Lukardia son rió con tristeza.
—Eres mi prometida, por supuesto que habría investigado todo lo que pudiera para recibirte a ti y a tu familia de la mejor manera posible.—No había motivos para que ella le hubiera mentido. No los había ¿verdad?
Para confirmar sus dudas la mujer soltó un suspiro, su mirada cambió por completo. La tímida y amable Gwenivere se transformó de un momento a otro en una mucho más frío y altanera.
—Bien, veo que hasta aquí llega mi actuación, menos mal. Ya me estaba cansando de tu inocencia. Al menos te traje hasta aquí, lo cual alcanza.
Lukardia tragó saliva y sintió unos deseos de venganza increíbles provenir de ella. No sabía lo que había dicho u hecho, pero el peligro hizo que de todas maneras se llevara la zurda a la espada y desenvainara. No pensaba atacarla ni mucho menos herirla.
10-11
Luka Celes- Rango E
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Re: [Entrenamiento] Amores que matan
—¿Por qué me has traído?
—¿No es obvio? —le dijo ella dejando una mano en su cadera, corriendo con la otra un rizo de su cabello detrás de la oreja—. Mi familia está en riesgo por culpa de tu existencia. Todos estos años planeando como deshacernos de ti y mira que fácil has caído. No puedo entender como los demás fallaron.
Elevó una mano hacia él y el agua del río se elevó detrás de su espalda. El muchacho se volteó y esquivó con una voltereta la primera hilera de látigos que amenazaban con atravesarlo de un extremo al otro, haciendo que se clavaran en el suelo. Necesitaba incapacitar a la muchacha, quien al parecer era una maga elemental de agua, y para eso comenzó a acercarse a toda velocidad a la mujer que se mantenía impasible. No quería herirla, no quería lastimarla pero…
Un látigo se agua surgió del suelo mismo de la nada, obligándolo a bloquear el ataque con su katana, el segundo le quitó el arma de las manos, haciendo que volara muy lejos, cayendo al suelo.
Sabiendo que no podía estar desprotegido el muchacho extendió una mano hacia su arma y, por arte de magia, esta volvió a su palma a gran velocidad justo a tiempo para bloquear un nuevo ataque.
Pero ese golpe que él quiso cortar en dos acabo deshaciéndose al contacto de su espada. El agua se desarmó, lo rodeó y lo envolvió, obligándolo a separarse del suelo. El muchacho luchó por nadar fuera de aquella prisión, intentó cortarla y moverse, pero la masa de agua se mantenía a su alrededor. Los labios de la mujer se movieron diciendo algo, en una sonrisa cruel, pero él no pudo escuchar más que una vibración con sus oídos bajo el agua. Sus fuerzas fueron abandonándolo, el último poco de aire en sus pulmones hizo que le quemara todo el interior y cuando finalmente abrió la boca y dejó su cuerpo sin fuerzas supo que esa vez sí iba a morir.
Pensó en sus padres, en la promesa sin cumplir hacia Repede y en aquel mundo que tanto lo detestaba por tener un poder tan inusual. Tal vez era mejor que eso acabara allí, después de todo ¿cuánto más podría resistir a los intentos de matarlo que tenían los demás?
Sintió que el agua se movía y antes de cerrar los ojos notó que la masa de agua lo transportaba. Vio el vacío del barranco, la burbuja se rompió, logrando que nuevo aire entrara en sus pulmones, y cayó al vacío sin poder pelear contra ello hasta que su cuerpo medio ahogado cayó de bruces al río.
La corriente no tardó en arrastrarlo hasta el fondo.
Un trueno hizo que Luka abriera los ojos y se pegara el susto de su vida. La lluvia continuaba cayendo con más fuerza. Soltó un suspiro y se sentó en el porche esperando a que amainara, todavía podía faltar un tiempo, tal vez media hora, tal vez una. No tenía nada con qué entretenerse y, para peor, la lluvia lo deprimía. Suspiró nuevamente, tomó su arma y buscó un paño en su bolso. Aquel era el único recuerdo que le quedaba de ser un Von Kless. ¿Por qué no se había desecho de él aún? Decidió meditarlo mientras limpiaba la hoja.
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—¿No es obvio? —le dijo ella dejando una mano en su cadera, corriendo con la otra un rizo de su cabello detrás de la oreja—. Mi familia está en riesgo por culpa de tu existencia. Todos estos años planeando como deshacernos de ti y mira que fácil has caído. No puedo entender como los demás fallaron.
Elevó una mano hacia él y el agua del río se elevó detrás de su espalda. El muchacho se volteó y esquivó con una voltereta la primera hilera de látigos que amenazaban con atravesarlo de un extremo al otro, haciendo que se clavaran en el suelo. Necesitaba incapacitar a la muchacha, quien al parecer era una maga elemental de agua, y para eso comenzó a acercarse a toda velocidad a la mujer que se mantenía impasible. No quería herirla, no quería lastimarla pero…
Un látigo se agua surgió del suelo mismo de la nada, obligándolo a bloquear el ataque con su katana, el segundo le quitó el arma de las manos, haciendo que volara muy lejos, cayendo al suelo.
Sabiendo que no podía estar desprotegido el muchacho extendió una mano hacia su arma y, por arte de magia, esta volvió a su palma a gran velocidad justo a tiempo para bloquear un nuevo ataque.
Pero ese golpe que él quiso cortar en dos acabo deshaciéndose al contacto de su espada. El agua se desarmó, lo rodeó y lo envolvió, obligándolo a separarse del suelo. El muchacho luchó por nadar fuera de aquella prisión, intentó cortarla y moverse, pero la masa de agua se mantenía a su alrededor. Los labios de la mujer se movieron diciendo algo, en una sonrisa cruel, pero él no pudo escuchar más que una vibración con sus oídos bajo el agua. Sus fuerzas fueron abandonándolo, el último poco de aire en sus pulmones hizo que le quemara todo el interior y cuando finalmente abrió la boca y dejó su cuerpo sin fuerzas supo que esa vez sí iba a morir.
Pensó en sus padres, en la promesa sin cumplir hacia Repede y en aquel mundo que tanto lo detestaba por tener un poder tan inusual. Tal vez era mejor que eso acabara allí, después de todo ¿cuánto más podría resistir a los intentos de matarlo que tenían los demás?
Sintió que el agua se movía y antes de cerrar los ojos notó que la masa de agua lo transportaba. Vio el vacío del barranco, la burbuja se rompió, logrando que nuevo aire entrara en sus pulmones, y cayó al vacío sin poder pelear contra ello hasta que su cuerpo medio ahogado cayó de bruces al río.
La corriente no tardó en arrastrarlo hasta el fondo.
Un trueno hizo que Luka abriera los ojos y se pegara el susto de su vida. La lluvia continuaba cayendo con más fuerza. Soltó un suspiro y se sentó en el porche esperando a que amainara, todavía podía faltar un tiempo, tal vez media hora, tal vez una. No tenía nada con qué entretenerse y, para peor, la lluvia lo deprimía. Suspiró nuevamente, tomó su arma y buscó un paño en su bolso. Aquel era el único recuerdo que le quedaba de ser un Von Kless. ¿Por qué no se había desecho de él aún? Decidió meditarlo mientras limpiaba la hoja.
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