[Entrenamiento] Flying fish? What a dish!

Pasaba ya del mediodía cuando llegue al valle Web, y mi estomago rugía con fuerza.

— Bueno, aquí estoy... — murmure para mi, mirando el cielo despejado.

Mi viaje me había llevado a las cercanías de Clover, donde se alzaba la ciudad que acogía a la sede de maestros, donde todos los años y en emergencias, se reunían los maestros de todos los gremios legales de Fiore para discutir diversos temas. Era una ciudad pequeña y acogedora, que sin lugar a dudas visitaría al día siguiente, mas en aquel momento lo que me interesaba estaba en el valle frente a mi.

De camino hacia aquella zona del mundo, me había encontrado con un grupo de viajeros, a los cuales había oído hablar sobre, lo que parecían ser, unos peces voladores en aquel lugar misterioso y agrietado. Por supuesto, tras oír algo tan interesante, no podía evitar sentir una insana curiosidad por ver a aquellos seres con mis propios ojos (y quizás cazarlos, para ver a que sabían).

Ademas, eran una buena oportunidad para probar algunas técnicas nuevas que había heredado del equipamiento de mi difunto padre.

Pensar en el, me provoco una leve sonrisa, pues me hizo preguntarme si el junto a mi madre habrían visitado aquel lugar con anterioridad.

La verdad es que no me sonaba nada una historia sobre peces voladores, entre las que me solía contar mi madre, sin embargo, quizás no la recordase o se le hubiera pasado a ella. Entre tanta aventura vivida, debía de ser normal olvidarse de una o dos.

Al contrario que antes, el recuerdo de mi madre no me produjo una sonrisa, quizás por la cercanía de su perdida, que aun se sentía demasiado fresca en mi memoria.

— Diablos, que hambre... — murmure nuevamente, a la vez que un sonoro rugido de mis tripas me distraía de mis pensamientos.

El aspecto del valle era cuanto menos interesante, como si un gigantesco puño hubiera caído del cielo y hubiera golpeado el suelo de roca, rompiéndolo hasta formar grietas del tamaño de caminos, formando un pequeño laberinto natural, el cual se decía era un caos y la perdición de muchos viajeros, ya fueran novatos o experimentados.

Yo la verdad es que no tenia ninguna, pero que ningunas ganas de perderme en aquel lugar, por lo que busque una zona adecuada para poder bajar al interior del valle con cuidado.

— Vamos a ver..... — use mi buena vista mientras me iba moviendo, hasta buscar una zona con rocas salientes, desde la que se podía bajar al valle sin demasiado problema, tras lo que me acerque a dicha zona, y comencé a bajar poco a poco, saltando de roca en roca con mucha parsimonia. Lo que me faltaba seria partirme un tobillo o algo mientras bajaba, y luego no poder subir.

— ¡Alehop! — solté al aterrizar finalmente en el fondo del valle.

Mire a mi alrededor con tranquilidad, mientras me quitaba mi mochila, y la abría. Desenganche del lateral mi querido arco, al tiempo que sacaba también el carcaj que estaba colocado en un lateral de la misma. Mire antes de cerrar, mis pertenencias dentro de aquella pieza de cuero. La verdad es que aquella mochila de viaje era bastante grande y pesada, pero estaba tan acostumbrado a llevarla que no me lo parecía ya.

Me coloque finalmente el carcaj con las flechas, algunas mágicas y otras no, a mi espalda, mientras probaba la tensión del arco con los dedos. Estaba perfecto, como siempre. Mostré una sonrisa al pensar en lo mucho que habíamos pasado ese arco y yo desde mi ida.

— Bien, vamos a ver... — mire nuevamente a mi alrededor, y me fije en como estaba distribuida aquella parte del valle en la que me encontraba. A mis espaldas estaban los salientes de roca que había usado para bajar, y que luego me servirían con un poco mas de esfuerzo para subir, con cierta seguridad.

Delante de mi, se veía un pasillo altísimo de roca, sin ninguna clase de techo, por supuesto, en el que habían algunas sombras por las paredes de piedra y la profundidad, mas en general por la hora y el sol estaba todo bastante claro.

~ Bien, no hay ninguna posibilidad de perderme...~ pensé, con tranquilidad, al ver que al final de ese pasillo, que debía de medir unos 15 metros de largo por 5 de ancho, había una bifurcación hacia la derecha. Estupendo, si era solo un pasillo por ahora, no había manera de desorientarse.

Volví la mirada hacia atrás, y cogí la mochila con una mano, escondiéndola entre unas rocas. No creía que nadie me la fuera a robar, no en un lugar como aquel, pero era mejor prevenir que curar, pues ahí estaban todas mis pertenencias.

Me volví a girar entonces hacia delante, y comencé a andar por el pasillo de piedra agrietada, al tiempo que por inercia, cogía una de mis flechas encantadas, en concreto, aquella que estaba deseando probar en aquel lugar, y la ponía en el arco sin tensar, preparado y atento a cualquier ruido.

Sin embargo, cuando estaba a unos diez metros del giro, apenas habiendo avanzado un tercio del camino, escuche una... voz muy extraña.

— ¡Puedo Volar!¡Puedo volar! — esa extraña voz provenía sin duda de algo que se acercaba por la esquina de aquel pasillo. No parecía una voz peligrosa, pero aun así, tense el arco con la flecha, por si las moscas.

Lo que vi entonces aparecer por allí, no era lo que me esperaba.

— ... Pero... Que... — mire bien aquello que venia volando hacia mi de frente, como a unos 5 metros de altura. Era una visión, que cuanto menos, se podía catalogar de perturbadora.

— ¡Eres el pescado mas feo que he visto en mi vida! — dije, señalando con un dedo acusador, por inercia y frustración al ver aquella criatura, que yo había imaginado como un ser magnifico y épico.

Pero no, era aquello que tenia frente a mis ojos, un horrendo y enorme pez azul, con lo que parecían unas alas amarillas que le permitían volar y que estaban muy fuera de lugar en aquel cuerpo redondeado, con unos ojos enormes de besugo y una boca que no te hacia pensar precisamente en cosas bonitas.

— ¡Puedo Volar!¡Puedo volar! — volví a oír la voz, que provenía sin ninguna duda de aquel bicharraco.

Así que no solo podía volar, de alguna manera, sino que ademas aquel ser podía hablar ¿Estaría bien cazarlo? Aunque con esa cara, mas bien diría que le hacia un favor al acabar con su vida. Ademas, quien sabe, quizás su mal aspecto contrastara con un delicioso sabor al asarlo al fuego.

Volví a colocar la flecha entonces en su sitio, tensando el arco mientras apuntaba con cuidado. Sin embargo, el pez entonces se fijo en mi, o eso parecía, por que se había parado, girado, y me observaba fijamente.

— ¿Puedes volar? — pareció preguntarse justo antes de dar media vuelta, preparado para huir.

Sin embargo, en aquel momento, yo ya soltaba el proyectil, el cual se dirigía en parábola hacia aquel animal, que pronto se convertiría en mi almuerzo.

— ¡Volley Shoot! — grite con fuerza, para activar la magia de aquella flecha encantada.

Sin embargo, nada ocurrió, y la flecha paso volando por encima de aquel ser, sin hacerle el mas mínimo daño, finalmente cayendo justo en la esquina de aquel pasillo de piedra, al tiempo que el pescado volador la cruzaba girando, continuando con su cantinela y aquellas extrañas frases sobre volar.

— ¡Mierda! — dije mientras iba corriendo en dirección a la flecha, para poder recogerla.

No había recordado con claridad el rango máximo al que se podía activar el hechizo que encantaba aquella flecha, y por lo tanto, no había logrado que funcionara al salir esta del límite aplicable.

Maldición, por cosas como esta debía de entrenar más y dedicarme a recordar lo enseñado por mi madre.

Llegue a la flecha respirando agitadamente, cogiéndola del suelo, con toda la precisión de la que era capaz, para que no se me cayera mientras giraba en aquel recodo. Vi entonces a aquel animal, el cual seguía avanzando hacia una bifurcación que había algunos metros mas adelante, quizás unos 15 o 20 a lo sumo. Había poco tiempo.

Estaba totalmente seguro de que si aquel bichejo llegaba hasta allí, y se adentraba por aquella zona, seria incapaz de localizarlo nuevamente, así que tenia que darme mucha prisa.

Corrí nuevamente y a la máxima velocidad que me permitían mis piernas, hacia aquel bicho, recortando un poco la distancia, sin embargo, no llegaría si seguía así, por lo que tenia que jugármela. Era todo, o nada.

Corrí unos pocos metros mas, presionando todo lo que podía mi cuerpo, y cuando vi la oportunidad, unos metros antes de que el pez llegara a aquella zona laberíntica, cargue la flecha en el arco, con toda la habilidad de la que disponía.

En una fracción de segundo, pare mi cuerpo y contuve mi respiración. Tense la cuerda al tiempo que lo hacían los músculos de mis brazos y mi espalda. Apunte a mi objetivo, y entonces, eleve aun un poco mas el disparo.

Sabia que solo iba a tener aquel intento, y tenia que hacerlo bien.

Con suavidad, tal y como si el tiempo se hubiera olvidado unos momentos de fluir, parándose momentáneamente y ensordeciendolo todo como agua en los oídos, la flecha salio disparada, con un ligero silbido en el aire.

Sin embargo, en ese momento, el tiempo volvió para mi, que seguí corriendo a toda velocidad hacia delante. Solo me daría tiempo a avanzar apenas unos pocos metros mas hasta que la flecha llegase donde buscaba, pero, eran mas que suficiente para que el rango de la misma fuera mayor, cosa de la que era mi intención aprovecharme ~ Ahora ~.

— ¡Volley Shoot! — grite, o mas bien jadee, sin dejar de correr, cuando la flecha pasaba nuevamente por encima de aquel animal volador. Y esta vez, a diferencia del fracaso anterior, la magia se activo con un leve destello.

Entonces, antes de que el pez se diera cuenta de lo que se le venia encima, ante lo cual solo pudo reaccionar con un asustado "¿¡Vuelas!?", sonreí.

7 flechas cayeron sobre el, impactando 4, pero mas que suficientes para hacer caer al pez al suelo, herido de muerte.

Me acerque ya mas tranquilo, resollando, hacia mi presa, finalmente abatida. Aquello en realidad no había sido una casa especialmente dura, pese a mi aspecto sudado y mi respiración, sin embargo, correr me producía ese estado con suma facilidad. Nunca había sido alguien muy resistente en ese sentido, pese a mi entrenamiento.

— Tu... vuelas... — dijo en un ultimo estertor aquel pescado, que murió justo cuando llegaba a el.

El hecho de que aquel ser hablase, como un loro, me producía un cierto malestar, casi como si se produjera en mi un sentimiento tal como el de matar a una persona. Sin embargo, sabia que no era así, y el malestar se me paso con facilidad en cuanto comencé a quitarle, una a una, las flechas que tenia clavadas.

Acababa de conseguir mi almuerzo, y tocaba cocinarlo. Termine de recoger las flechas que habían caído alrededor, y en cuanto puse la séptima de ellas de nuevo en el carcaj, se unieron, volviendo a ser una sola, pues de tal manera actuaba la magia de aquella flecha encantada.

El bicho era mas pesado de lo que pensaba, pero no fue problema el cargarlo, sin embargo, un breve mareo paso por mi cabeza al ponerme de pie con el. Si bien la verdad era que el mareo no se debía al esfuerzo, sino a que por un segundo me sentí perdido en aquellos pasillos de roca.

Para mi suerte, solo había cruzado un pasillo, y por lo tanto, no tenia perdida el volver sobre mis pasos. Sin embargo, apreciaba el como tantos aventureros y personas se habían perdido por aquellos lares para no volver jamas. Aquello era, tal cual había pensado, un autentico laberinto en aquellas agrietadas rocas.