[ Social ] Hey, Helios ¿Lo recuerdas? [ LIBRE ]

Si, eso es lo que comentó esa figura que caminaba en medio del bosque de bambú. Hablaba casi susurrando, como si no quisiera inquietar a nadie en medio de la nada. Pero que se le iba a hacer, y sin embargo, detrás de cada gesto o indicación suya, un leve gruñido respondía siguiendole el paso.

Avanzaba caminando, lento y tomandose la libertad para mirar el panorama y recordar sus viejos tiempos en la ladera infestada de vegetación y fauna. Iba vestido con una capucha de color naranja con detalles dorados, su cuerpo, cabeza y parte de su cara iban ocultas debajo de la vestimenta, dejando libre solamente sus brazos marcados por el entrenamiento arduo que durante años utilizó para aumentar su capacidad y llevar su humanidad al límite.

Llevaba consigo un morral colgado de un solo brazo, dentro del cual se encontraban cosas indispensables, como comida para él y su amigo, agua y algo de ropa. Le gustaba viajar, y para ello era preferible solo llevar lo ligero.

Miró los detalles del camino que todavía se encontraban intactos, hasta que ya se encontraba lo suficientemente lejos de su pequeña choza ubicada ahí, en medio del gran bosque de bambú que forraba las laderas de la montaña, un lugar tan mágico, que le llevaba muchos recuerdos a la mente. Se encontraba por cierto en una zona de la montaña en la cual nunca, o casi nunca nevaba por lo cual la vida silvestre siempre se dejaba ver: aves, dinosaurios, y peces, grandes peces y monstruos acuáticos que seescondían debajo de las cristalinas aguas que bajaban por la zona. Un lugar como aquél era el que había visto crecer a ese hombre, y ahora, lo terminaba de visitar después de una larga ausencia.

- Será mejor ir unos meses a la ciudad - Se decía a si mismo mientras por su mente sucedía ese sentimiento reconfortante de haber estado un buen tiempo en la antigua casa de su abuelo, alejada de toda civilización y que le había dado la oportunidad de relajarse y meditar.

De pronto se paró en seco, bajó su morral, se puso en cuclillas y comenzó a buscar dentro de su morral como si algo le inquietara de repente. Y justo ahí, la enorme bestia que lo seguía, robusta y con una cara endemoniada fijó los ojos en la silueta del hombre que había estado siguiendo todo el rato y con un rugido feroz, se lanzó sobre éste.

...

- ¡Mira, aquí tengo algo de comida, podemos descansar un ra... - Fué lo único que pudo decir antes de que un león cayera encima de éste - ¡Waagh! - Se quejó sorprendido. Y es que tan solo sacar el pedazo de carne, la enorme bestia se apresuró a quitarsela con la boca de las manos sin demora.

- ¡Agh! Si tenías tanta hambre, me lo podías haber dicho - Respondio el jóven muchacho, quitandose la capucha de la cabeza dejando ver sus oscuros cabellos alborotados. - Aunque a decir verdad, ¡yo también ya me estaba muriendo de hambre! - Dijo sonriendo. Se acercó a un frondoso árbol para descansar y a su sombra, se sentó junto a su noble mascota de oscura melena también. Ahí ambos comieron y descansaron. El león, de nombre Helios terminaba de inspeccionar la zona con la mirada antes de tomar una siesta echado sobre el cesped bajo la sombra del bosque, mientras su amo ya se encontraba durmiendo y roncando con la cabeza reposada sobre el dorso del león.

Ahí pasaron un rato, hasta que una mariposa se posó sobre la nariz del muchacho, de nombre Alfa, haciendolo despertar. Aunque parecía que Helios ya estaba despierto desde hacía unos minutos también, pero no había querido perturbar a su durmiente amo.

- Bueno, ya es hora de seguir - Dijo y se dispuso a dejar todo como lo habían encontrado. Guardó y colocó nuevamente su morral en su brazo y prosiguió con su camino en medio de las altas varas de bambú mientras Helios lo seguía a un costado, lo suficientemente cerca como para que Alfa lo pudiera acariciar con su brazo.

Después de haber caminado un tiempo bajo la fresca brisa de la montaña, llegaron a un desfiladero desde el cual se podía ver una gran ciudad. Ahí, Alfa hizo una pequeña pausa para admirar el paisaje. - Mira, ahí es donde me dijeron que tengo que ir si quiero perfeccionar mis poderes - Dijo señalando el grupo de casas y edificios agrupados en el horizonte que se perdía en el mar.

A Helios no le preocupaba mucho tener que vivir en un lugar nuevo ésta vez, y pasaba simplemente por lo que habitualmente un humano experimenta al sentirse en un entorno nuevo. Así es, quizá Helios era más humano que otra cosa, o por lo menos así lo veía Alfa. Estaba seguro que después de haber viajado tanto, Magnolia no representaría impedimento para ambos de encontrar un nuevo hogar.

Helios miró nuevamente a su amo mientras éste último trataba de leer de un papel que había sacado de su bolisllo, un papel que traía una frase escrita en tinta - Fa... Fai...Fairy...¿Huh? - Dijo mientras fruncía el ceño al intentar leer - Fairy... Tail ¡Fairy Tail! - Sonrió - ¡Aquí es donde debemos ir! - Exclamó mientras su dedo se afanaba en aplastar el nombre del gremio sobre el papel.

- Creo que de aquí en adelante, éste será nuestro hogar "permanente" mientras entreno para volverme más fuerte - Dijo lanzando un pequeño puño simulando golpear la cara del atento león, recibiendo un gentil y tosco ronroneo en respuesta - Quizá un nuevo mundo se abra para mi y mis extrañas habilidades con el ki, además, quién sabe cuantos magos poderosos encontraré allí - Exclamó con entusiasmo.

- Y oye Helios, ¿estás seguro que recuerdas como regresar a casa del abuelo? Algunas veces tendremos que re gresar y bueno... por si acaso... - Entonces, en la cara de Helios se dibujó cierta expresión de malestar. Después de todo, era un león que sabía perfectamente como guiarse en el camino gracias a sus instintos, que, quizá incluso de cachorro podría heber recorrido grandes distancias sin necesidad de ayuda. El león, incluso se sintió ofendido por la expresión de Alfa y lanzó un feroz rugido para expresar su indignación.

- Jajaja tranquilo amigo, no te enojes - Se apresuró a remover la melena de Helios con ambas manos. - No es para tanto, sólo quería hacerte saber que es muy importante reconocer éstos parajes, uno se puede perder fácilmente en éste lugar. Recuerdo que mi abuelo me contaba sobre una infinidad de viajeros que terminaban perdidos y pues bueno, que va, no te voy a aburrir con mis historias - Terminó - Además, podrás venir de cacería tu solo y no quiero que te pierdas

Dentro de lo que cabe, Alfa era una persona muy atenta y se preocupaba mucho por los animales, y más si se trataba de su compañero, aunque a veces pareciera que del duo, el felino era el más sabio y prudente.

- Muy bien, allá vamos - Dijo el jóven y ambos retomaron su caminata en descenso del desfiladero que llegaria a un valle y de ahí se podía ver a lo lejos la entrada a la ciudad. - ¿Pero estás seguro que si recuerdas el camino? - Preguntó todavía incrédulo Alfa, provocando que Helios, desafanado y decepcionado, gruñera levemente moviendo la cabeza de un lado a otro.

No había mucha gente por los alrededores de esa zona de la montaña. De hecho, durante los años de vida de Alfa que tenía viviendo en el lugar realmente podría contar a cualquier persona con los dedos de una o quizá solo de las 2 manos. No es que fuera una zona peligrosa... bueno, no demasiado si se descartaban los animales exéntricos que vivían en el lugar, pero si bien, la gran mayoría no se interesaba en paseos por la montaña por los rumores de gente perdida, y no era novedad.

- Mi abuelo me decía que ayudó a varias personas a salir de la montaña cuando los encontraba sin dirección alguna - Comentaba el jóven a su compañero que le seguía el paso a la misma velocidad con caminata elegante y poderosa, nata de un felino de esas proporciones.

Ya no debían de estar lejos de las llanuras y el muchacho deseaba llegar a la ciudad antes de que su apetito volviera a atacarlo.

Al caminar, lo único que envolvía al dúo era el sonido suave del cantar de los pájaros y el ruido que hacía el agua del riachuelo al chocar con las rocas. El agua era tan cristalina que se podían ver los peces nadar contra corriente y subir montaña arriba, tanto, que en una ocasión, Helios pudo cazar con demasiada facilidad un bocadillo. Alfa por su parte, en cada oportunidad recolectaba bayas y frutos.

- Helios, eres un león curioso, no a todos los felinos les agrada el agua - Dijo con la boca medio llena, mientras sujetaba son su mano una manzana mordisqueda - Ah, quizá porque tu no conoces a otros leones de tu especie... pero siempre he creido que tu eres especial, no como los demás - Sentenció mientras su mano tocaba la frente del oscuro animal.

De pronto, Helios miró hacia la dirección de la cual repentinamente surgieron voces, bueno, gritos. Pero no eran gritos de auxilio, era más bien algo de frustración, por lo cual Alfa bajó su capucha para ver mejor la escena. Se detuvo y comenzó a escuchar que la voz se hacía más y más fuerte, pero no sabía de donde venía, hasta que de la nada alguien lo llamó.

Alfa sólo miró hacia la dirección de donde provino la voz, era una chica de cabellos de color verde, o así le parecía, que se dirgía hacia él como si tuviera prisa o estuviera ansiosa. Helios levantó la mirada y sus ojos carmesí miraron también a la desconocida chica. - Hola - Dijo el muchacho levantando la mano para saludar, seguido de un estrepitoso intento fallido de la mujer de mitigar su avance hacia donde él y Helios se encontraban, mientras de su boca se pudo escuchar la palabra "León" antes de caer al suelo.

- ¿Hm? - Dijo mirando desconcertado a la pálida chica - ¿León? - Cuestionó mientras volteaba un poco la cabeza para inspeccionarla un poco mejor. Helios ni se inmutó, su aroma no le parecía sospechoso y no detectaba hostilidad en ella, Alfa tampoco, sólo a una mujer algo ¿perdida? - ¡Ah! ¡Ya entiendo! Lo que sucede es que te ha asustado Helios - Reaccionó connotando la presencia de su compañero. - No te preocupes, Helios acaba de comer, así que dudo tenga hambre por ahora ¿no es así, Helios? - A lo cual Helios rugió a medio tono frente a la muchacha que se encontraba en el cesped.

- A decir verdad, justo de por aquí no soy, yo vivo en una parte más alta de la montaña, pero he aprendido a familiarizarme con el lugar - Respondió a la pregunta que la chica, antes de caerse, había hecho. - ¿Te puedo preguntar que haces por aquí? No es por nada, pero no es habitual ver a personas por aquí, y mucho menos a... - Se interrumpió mientras recorría con la mirada a la chica, desde su manera de vestir hasta lo que llevaba consigo. No se veía que fuera alpinista, o exploradora, que sería lo más habitual. ¿Quién era ella?

- ¡Ya sé quién eres! - Gritó alto, rompiendo la calmada fachada natural, haciendo que las aves que se encontraban en las copas de los árboles aledaños salieran en parvada, llenos de pánico. - ¡Eres una campista!... o mejor dicho, ¿vienes de picnic?Así es como se les dice ¿verdad? - Cuestionó risueño, apresurandose a una conclución fácil y para nada particular, mientras se rascaba la mejilla.

Helios miró a su amo y posteriormente miró a la muchacha acercandosele un poco y la siguió merodeando, tratando de identificarla mejor. Quizá Alfa estaba equivocado y no era una cosa, ni la otra. Sólo una mujer perdida nadamás.